La ciudad de Buenos Aires registra una tasa de 4,8 homicidios cada 100 mil habitantes, una de las más bajas de Latinoamérica. Mientras el Gobierno pretende bajar la edad de imputabilidad, la incidencia de menores como victimarios es de sólo el 3 por ciento.

Durante 2017 hubo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires un total de 144 homicidios dolosos, es decir casos de muertes en los que no hubo accidentes, sino que se trató de asesinatos. La cifra viene bajando y, de hecho, se registra en 2017 la cantidad más baja desde 2010. Implica una tasa de 4,8 homicidios por cada 100 mil habitantes, una de las más bajas de América Latina. Por ejemplo, Brasil tiene seis veces más homicidios por habitante que Buenos Aires y en Salvador de Bahía, que tiene una población similar a la de Capital Federal, hubo en el mismo lapso 1.300 muertos, el 70 por ciento de ellos negros. Buenos Aires tiene una tasa más baja que la mayoría de las ciudades de Estados Unidos (cinco homicidios cada 100 mil habitantes) y sensiblemente menor a Uruguay, que tiene 8 homicidios cada 100 mil habitantes. La incidencia de menores como victimarios es mínima: se los imputó como autores en siete de los 144 casos, un 3 por ciento. Se percibe que hay más muertes en los barrios de emergencia donde hay más presencia de armas y que, además, están afectados por el narcotráfico. Allí se produjeron el 33 por ciento de los homicidios y la causa mayor de los asesinatos no es el robo ni las disputas por drogas, sino los conflictos o venganzas relacionadas con cuestiones personales o familiares.

Las conclusiones surgen del minucioso estudio que se viene realizando desde 2010, antes a cargo de la Corte Suprema de Justicia y ahora por el Consejo de la Magistratura. El trabajo lo hace el Instituto de Investigaciones del Poder Judicial de la Nación, que se nutre los expedientes y analiza caso por caso. El secretario letrado del Consejo, Rodrigo Codino, le explicó a este diario los detalles. Es valioso que la estadística y el análisis estén en manos del Poder Judicial y no de las policías e incluso del ministerio público que tiene intereses en los resultados.

Cantidades

La cifra de 144 significa una baja en la cantidad de homicidios, aunque la tasa de asesinatos en CABA nunca se desbordó. Por ejemplo, fue de 158 homicidios en 2012, pero luego trepó a 175 en 2015 y termina bajando en 2017.

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La clave de las cifras bajas está en que la Argentina, y especialmente en CABA, hay poca tradición de tenencia de armas, lo que impide que los conflictos terminen rápidamente en muertes. En su discurso actual, la ministra Patricia Bullrich, en lugar de fomentar un mayor desarme e impulsar más control de armas de uso civil, va hacia el lado contrario: incentiva que “el que quiera tener un arma, la tenga”.

De acuerdo con las tablas publicadas por el Banco Mundial, Buenos Aires se ubica con una tasa de homicidios baja, muy pero muy lejos de los índices de violencia de otros países. Cuando los especialistas que hicieron el informe trabajaron en otras regiones del país encontraron datos similares: mayor tasa de homicidios en los lugares más poblados, en barrios de emergencia, e índices bajísimos en el resto de la geografía Argentina. En la tabla del Banco Mundial, el país figura con seis homicidios cada 100 mil habitantes, muy por debajo de Brasil, que tiene 30, igual que Estados Unidos, y a distancia de los países europeos (entre uno y tres homicidios cada 100 mil habitantes), en los que también hay escasa presencia de armas. El documentalista Michael Moore ya señaló en su momento la diferencia entre Canadá (un homicidio cada 100 mil habitantes) y Estados Unidos (seis homicidios), donde la clave está en las pocas armas que tiene la población canadiense y el masivo armamento y ambiente de violencia existente en los Estados Unidos.

Menores

La participación de menores no punibles es muy baja y siempre lo fue en los últimos años. En 2013 fueron imputados en cuatro crímenes, un 1,49 por ciento del total de autores identificados; es decir, 4. En 2014 representó un 2 por ciento del total. En 2015, sólo un 0,38 porque se los imputó únicamente en un crimen. Pegó un salto a ocho homicidios en 2016 (la particularidad este año en el aumento fue un homicidio en la calle, en la esquina en donde se sitúa la pileta del Club Atlético Huracán, los menores al momento del relevamiento de la causa fueron imputados como partícipes necesarios, el autor de la muerte fue identificado y el hecho arrojó una víctima: al parecer, facciones rivales de la barrabrava). Y en 2017 los victimarios menores no punibles fueron 7, es decir, un 3,17 por ciento de los autores identificados.

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Los datos muestran que no tiene base real criminalizar a los menores, algo que aparece en el centro de la campaña de Bullrich y de Cambiemos.

Barrios

Sin dudas, la mayor segmentación de los homicidios en CABA parte del lugar donde se produjeron los hechos. En la comuna 13, Belgrano-Colegiales-Núñez hubo un solo homicidio y la tasa de asesinatos cada 100 mil habitantes baja a 0,86.

En cambio, en la Comuna 4, la que abarca La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya, los homicidios fueron 28 y el índice trepa hasta 12,83 cada 100 mil habitantes.

En Flores, donde hay barrios de emergencia de importancia, hubo 27 asesinatos, 18 de ellos justamente en barrios de emergencia.

Globalmente hablando, en toda la ciudad, la tasa de homicidios en barrios de emergencia trepa a 28 cada 100 mil habitantes, mientras que en los demás barrios es mucho menor: 3,5 cada 100 mil habitantes.

Todo esto muestra que las principales víctimas del hecho más grave de inseguridad, el homicidio, están entre los sectores de menos recursos, no en clase media. El factor drogas explica 20 de las 144 muertes, en general debido a la pelea por el menudeo en la venta de drogas. Aún así, los números indican una distancia sideral con zonas calientes en materia de narcotráfico. Como señala uno de los especialistas: “Por suerte estamos lejos de Estados Unidos. Gran parte de los países que están al sur del mayor mercado de consumo, México, El Salvador, Honduras, tienen números descomunales de homicidios. Honduras, por ejemplo, tiene 90 homicidios cada 100 mil habitantes”.

Razones

La mayor causa de los crímenes son las disputas personales, las venganzas, entre gente que se conoce, casi el 40 por ciento de los casos.

Del total de 144 asesinatos, 25 fueron en ocasión de robo, es decir el 17 por ciento del total. No se trata de una cifra chica, pero tampoco está en el centro de la escena como se pretende.

De los números, lo que surge es que la campaña que habría que hacer en materia de inseguridad debería estar centrada en los conflictos entre personas conocidas, el excesivo consumo de alcohol y los problemas intrafamiliares.

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Femicidios

Del total de 144 homicidios, 29 correspondieron a mujeres, y 15 fueron cometidos por sus parejas. Un año antes, en 2016, los femicidios fueron 13, es decir que hubo un crecimiento de un año a otro. Pero en 2015 los femicidios fueron 19 y en 2014, 16. De alguna manera, el rango se mantiene constante en los últimos años.

A diferencia de lo que ocurre con el resto de los crímenes, únicamente el 20 por ciento de los femicidios fueron cometidos en barrios de emergencia.

De los 15 femicidios, en 10 no hubo denuncia previa, en un caso no se sabe y en los cuatro restantes sí hubo una o varias denuncias anteriores.

Días y meses

En lo que ya es una constante en cuanto a los homicidios y también en la mayor parte de los delitos, las cifras crecen los fines de semana, especialmente los domingos. Son los momentos de mayor presencia de alcohol, por ejemplo, y también el día de mayor exposición a los conflictos interpersonales. En 2017, 33 homicidios se cometieron en domingo, frente a 14 ocurridos los martes o los miércoles.

Lo mismo sucede con el mes de diciembre, en el que se mezclan calor, alcohol y fiestas familiares, aunque la distribución no es tan irregular. Hay picos en diciembre (16 homicidios), enero, febrero, marzo y julio.

Estrategias

Como surge de los datos, las mayores estrategias para bajar la cantidad de homicidios no se vinculan con penar a menores ni echar extranjeros, sino con el trabajo social y educativo para contener los conflictos interpersonales. Buena parte del trabajo hay que realizarlo en los barrios más carenciados, entre ellos los barrios de emergencia.

Las pistolas Taser de las que tanto habla la ministra Patricia Bullrich obviamente no sirven ni para bajar homicidios ni para los principales delitos que hoy afectan a la población: el robo de celulares, el arrebato de motochorros y las entraderas. Esas pistolas, en aeropuertos y trenes, sólo constituyen un marketing de la represión.

De todas las estrategias posibles, hay una que está muy claramente contraindicada y que también alienta Bullrich: que la gente se arme, “que el que quiera andar armado, pueda hacerlo”. Como se percibe en Estados Unidos y otros países, esa es una garantía para que los muertos sean más, no menos. El armamento hace que cualquier conflicto se convierta, de inmediato, en un drama.

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