En los treinta días que lleva el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante el copamiento del cuartel de La Tablada, quedaron expuestos los hechos que demolieron la versión oficial construida durante treinta años para ocultar las violaciones a los derechos humanos que cometió el Ejército durante la recuperación ex Regimiento 3 de Infantería que había sido tomado por integrantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP). “No fue una recuperación sino un aniquilamiento”, dijo el testigo Joaquín Ramos. En la ante última audiencia declararon Omar Ricardo Medina, ex conscripto, y Ramos, militante del MTP. El testimonio de este último emocionó hasta las lágrimas a sus compañeros y compañeras, a hijos e hijas de desaparecidos y también a Nora Cortiña, de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. El equipo de abogados querellantes y los familiares sienten que va consolidándose la responsabilidad del general Alfredo Arrillaga, el único imputado en esta causa, así como el encubrimiento judicial con la actuación del ex juez Gerardo Larrambebere. Este proceso oral y público está llegando a su etapa final, y desde el 10 de diciembre pasaron 20 testigos. Las audiencias continuarán el 12 de febrero y para finales de ese mes o principio de marzo están previstos los alegatos y luego la lectura del veredicto.

Ramos no había cumplido aún los veinte años cuando entró junto a otros 46 militantes al Regimiento de La Tablada el 23 de enero de 1989, y su declaración testimonial confirmó lo dicho por sus compañeros en las audiencias anteriores, esto es, no fue una “recuperación del cuartel sino un intento de aniquilamiento”. “Teníamos en claro que si no nos íbamos antes de las 9 de la mañana del cuartel la operación había fracasado. Entonces ya la cuestión era sobrevivir. Fue un show del horror que se podría haber evitado”, relató Ramos según refirió la web el Diario del Juicio. Había recibido tres disparos mientras ingresaba. “Estabamos buscando la manera de salir, moviéndonos de habitación en habitación. El 24 decidimos salir por la Plaza de Armas, pensamos que nos mataban a todos y si nos van a matar, por lo menos que los periodistas nos vean”, dijo. 

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A pesar de los intentos de la defensa para evitar que tanto él como los anteriores testigos hagan su descripción de las torturas que padecieron, Ramos no escatimó detalles de los vejámenes. “Mi máxima preocupación era saber quiénes estaban ahí, si estaba mi hermano, ellos venían, me pegaban a ver si estaba muerto o vivo. A las chicas y a (Sergio) Paz les pegaron un montón. En un momento escucho a Carlos Samojedni que dice ‘No me peguen, estamos en democracia’, esa fue la última vez que lo escuchamos con vida”. En ese momento, se quebró en llanto, junto al público. “Los militares se llevan a Pancho, que me pasa por encima, y lo sacan de la habitación, y lo escucho a Pancho, escuchaba cómo lo torturaban”, agregó.

Este sobreviviente carga además con la pérdida de su hermano Pablo Martín Ramos y cree que fue fusilado luego de haberse rendido. La autopsia determinó que recibió ocho tiros, uno en la cabeza y a corta distancia. “Por lo menos pudimos enterrarlo, pero a las cuatro familias (Díaz, Ruiz, Samojedny y Provenzano) no les han entregado del cuerpo, y eso es de una crueldad inmensa”, finalizó. Al retirarse miró a Arrillaga, y mientras Daniel, el hijo de José Díaz, y Norita seguían llorando, recibió el mismo aplauso que recibieron los militantes que ya declararon.

Tres testimonios previos fueron coincidentes: Miguel Aguirre, Sergio Paz y Claudio Rodríguez, militantes del MTP, relataron las torturas a las que fueron sometidos en diferentes instancias, tanto en el Regimiento tras la rendición, como después en Coordinación Federal y en el Palacio de Tribunales. Sergio Paz denunció, por primera vez ante la justicia, haber sido víctima de delitos sexuales. Había denunciado ya las torturas en varias oportunidades, sin ser escuchado por la justicia, pero nunca había relatado la violación. “Nos llevan al lugar donde estaban todos. Escucho a Felicetti, a Beto Díaz, a Claudia Acosta. Nos dieron golpes de todo tipo. Entre tres o cuatro me pegaban con zapatos duros en la cabeza, supongo que serían borceguíes. Sentía que se me hinchaba la cabeza. Perdí la noción del tiempo. Dije algo que no les gustó y la respuesta fue tremenda. Uno me pisó y otro me violó con su fusil. Me dijo que lo iba a hacer, y me introdujo el fusil en el ano. ‘Y ahora nos vas a conocer’”, dijo que le dijeron. Cuando acudió ante el juez Larrambebere para denunciar las torturas el magistrado le dijo a un guardia “sacame esta basura de acá”, en alusión a Paz. 

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Este mes también declaró como testigo Carlos Naselli, un militar retirado que volvió a complicar la versión oficial de la fuga de Díaz e Iván Ruiz, dos de los desaparecidos. Naselli aseguró haber separado a Ruiz y a Díaz tras el señalamiento de un soldado “estos son subversivos, el resto son desertores”. A los pocos minutos se desdijo y volvió a la teoría de la fuga. También declaró Orlando Carbel, militar retirado hace dos años que estuvo en el área sanitaria, y Luis Alberto Díaz, ex integrante del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Díaz hizo un relato claro y coherente con los testimonios de Roberto Felicetti y Carlos Motto, militantes del MTP que declararon en audiencias anteriores. En cambio Carbel fue errático y no mantuvo los dichos de su declaración previa. 

En la última audiencia declaró José María Soaje Pinto, abogado de genocidas, y aportó el audio de una conversación entre el imputado Arrillaga y el entonces jefe del Ejército Francisco Gassino. En el cassette cuyos textuales fueron incorporados al expediente hay diálogos como éste: 

Gassino: –Esperá un momentito Arrillaga. Quiero que me aclares una situación. ¿Vos me estás diciendo que 11.30 puedo llevar al Presidente?

Arrillaga: –14 paquetes entregados. Faltarían 1 o 2 en una unidad. Cambio.

Por paquetes, Arrillaga entendía a los y las militantes detenidos. Según afirmaron los integrantes del MTP 16 personas se entregaron el día 24, incluidos Samojedny y Provenzano, a quienes luego separaron del grupo y desaparecieron. La otra persona detenida con vida a quién denuncian como asesinada es Berta Calvo, que murió asfixiada tras una orden: “Ponele la bolsita”. Soaje Pinto no se privó de arengar en contra de los juicios a genocidas y sobre los detenidos en Tablada afirmó que él los hubiera fusilado a todos.

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