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El 46,7 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de la zona metropolitana sufren malnutrición, según un relevamiento realizado por el Movimiento Barrios de Pie en sus merenderos y comedores populares.

Niños, niñas y adolescentes del área metropolitana sufren malnutrición en el 46,7 por ciento de los casos, con un predominio del exceso de peso. Y esto incluye un índice de obesidad del 20,5 y de sobrepeso del 22 por ciento. El problema es más marcado en los chicos de entre 6 y 10 años. Esa situación fue registrada por el Movimiento Barrios de Pie en el relevamiento del segundo semestre de 2018 sobre la situación alimentaria de los chicos y chicas que concurren a sus merenderos y comedores populares.El alto porcentaje de obesidad es un reflejo la malnutrición en los sectores populares, donde la dificultad para comprar alimentos ricos en nutrientes como carne, vegetales y lácteos lleva a una dieta basada mayormente en los hidratos de carbono. El arroz, las harinas, los alimentos con alto contenido graso –todos portadores de altos valores calóricos, pero con bajo contenido nutricional– son los ingredientes de mayor consumo entre las familias de menores ingresos. A su vez, el Estado provee a los comedores y merenderos populares de alimentos pobres en proteínas, en envíos donde las frutas y vegetales frescos son la excepción.

El censo incluyó 17.569 niños de 27 partidos del conurbano y la Ciudad de Buenos Aires, de los que fueron tomados su peso y talla. Como información complementaria fue realizada una encuesta a 873 familias que concurren a los merenderos y comedores. Finalmente, se tuvieron en cuenta además los datos del Indicador Barrial de Precios (IBP), un relevamiento de los precios en los almacenes y mercados en los barrios populares, que mide cómo afecta la inflación en los sectores más humildes.

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El informe detectó que:

  • Entre los chicos de 6 a 10 años el sobrepeso alcanza 22,6 puntos y la obesidad a 25,3 de cada cien.
  • Otra franja muy afectada es la de los lactantes (menores de 2 años), donde se encontró una malnutrición del 27,7 por ciento –con obesidad del 12,2 y sobrepeso del 12,5 por ciento.
  • El 66,6 por ciento de los niños de los hogares encuestados se alimenta en comedores escolares o de organizaciones sociales por lo menos una vez al día.
  • 77 de cada cien familias tuvieron que reducir el consumo de carne, 66 de cada cien el consumo de frutas y verduras, 65 de cada cien los lácteos.
  • En el 30,6 por ciento de los hogares los niños y niñas menores de 10 años no consume la cantidad mínima recomendada de lácteos, y en el 7,3 por ciento ni siquiera los consumen.
  • El 12 por ciento de los hogares consumen tres o menos veces a la semana algún tipo de carne, mayoritariamente de cortes con alto contenido graso y bajo contenido proteico, como alitas, carcaza, menudos, osobuco o picada. En contraste, el 41,7 por ciento de los hogares consume diariamente preparaciones a base de harinas como fideos o polenta.

“Estos datos reflejan lo urgente que resulta declarar en nuestro país la emergencia alimentaria”, advirtió Daniel Menéndez, coordinador nacional de la organización social.

Una observación especialmente impactante del informe surgió al comparar los resultados de este segundo semestre con el segundo semestre de 2017, ya que el porcentaje actual de malnutrición (46,7 por ciento) bajó en relación al de 2017 (48 por ciento). Esa reducción, marcaron los responsables del Área de Salud de Barrios de Pie, se dio a expensas principalmente del exceso de peso.

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Dado que la inflación incide más sobre los alimentos, cuyo costo subió muy por encima de la recomposición de la AUH y los salarios, los autores del informe señalaron que la reducción de peso en los chicos “no puede ser leída como una mejora en la calidad de los alimentos consumidos o de los hábitos saludables, sino que, por el contrario, responde a otro tipo de situaciones, como saltearse alguna de las comidas diarias o disminuir la cantidad de alimentos consumidos”.

“Si analizamos los ingresos reales de los sectores populares –remarcaron– notamos un importante deterioro en la capacidad de compra frente a la inflación. Por ejemplo, las actualizaciones de la Jubilación Mínima, la AUH y el Salario Social Complementario desde diciembre 2017 a noviembre 2018 aumentaron un 19,1; 19,3 y 30,7 por ciento respectivamente frente a un aumento del 51,7 de la Canasta Básica Alimentaria, de acuerdo al IBP, que mostró un aumento promedio de 47,5 puntos para productos de carnicería, 44,7  para verdulería y 43,5 para la leche”.

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