La Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo realizó un seminario con expertos internacionales y locales sobre el “trabajo del futuro”. A contramano de las políticas del Gobierno, reclamaron una fuerte intervención estatal.

“El camino de la mejora en las condiciones sociales y de la reducción de la desigualdad es ahondar en las políticas nacionales que permitan mitigar tendencias globales que van en favor del gran capital. Estas políticas nacionales deben basarse en los incrementos de salarios, el fortalecimiento de los sistemas previsionales y el aumento del empleo público, que reduce el desempleo y mejora el poder de negociación de los trabajadores”, analiza Sandra Polanski, asesora del director general de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) en 2012-2016 y ex asesora de la subsecretaría de Trabajo durante la presidencia de Barack Obama en los Estados Unidos. La especialista en temas laborales explica que los países de peor desempeño en términos de salarios son los que aplican programas neoliberales que profundizan tendencias globales que de por sí son contrarias a los trabajadores. En cambio, aboga por programas que frenen esas tendencias.

Polanski participó de una mesa de debate en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) junto a Larry Cohen, asesor de Bernie Sanders en la campaña presidencial norteamericana de 2016; Hugo Yasky, secretario general de la CTA; Enrique de la Garza, de la Universidad de México, y Rubén Cortina, presidente de UNI Global, una federación sindical mundial que agrupa a sindicatos de distintas latitudes. El debate se centró en la idea del “futuro del trabajo”, que el propio gobierno argentino instaló en la agenda de la cumbre del G-20 organizada en Buenos Aires. Pero a contramano de las propuestas de Cambiemos, los oradores explicaron por qué la mejor política de cara al cambio tecnológico es opuesta a la del Gobierno.

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Según Polanski, “hay tres fuerzas globales que operan sobre el mercado laboral. La primera es el ingreso de China al sistema capitalista y de los países de la ex Unión Soviética luego de la caída del muro de Berlín. Esa enorme cantidad de trabajadores antes estaban separados del mercado de trabajo global, por lo que la mano de obra disponible para el capital a nivel mundial se duplicó o triplicó. El segundo fenómeno está relacionado a la tecnología, que expandió las posibilidades de interconexión electrónica y de bienes, a través de la enorme modernización de la logística. En tercer lugar están las decisiones políticas, que a través de los acuerdos bilaterales de inversión y otro tipo de convenios supranacionales como los acuerdos de libre comercio generaron un espacio institucional más propicio para la internacionalización del capital. Los tres fenómenos descriptos –caída del mundo comunista, tecnología y decisiones políticas– operaron en el mismo sentido: un aumento de la fuerza relativa del capital y una disminución de la fuerza relativa de la mano de obra”.

“Estos movimientos afectan a todas las economías, grandes, chicas, cerradas y abiertas. Pero los resultados que se obtienen son muy distintos en función de las políticas nacionales. En muchos países han habido retrocesos en la protección social que han reforzado las tendencias globales. Un ejemplo claro de políticas nacionales contrapuestas es China y México. Cuando China ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el salario el México duplicaba el salario de China. Esa relación ahora se invirtió porque el gobierno chino desde 2003 toma la decisión de subir el salario mínimo a un ritmo muy fuerte, mientras que en México hubo un proceso de represión salarial con estancamiento del salario mínimo y de acuerdos corruptos de los gobiernos con los sindicatos”, siguió Polanski.

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Rubén Cortina advirtió que “la agenda del futuro del trabajo está siendo impulsada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), el foro de Davos y las empresas de Sillicon Valley bajo la idea de que se necesita más flexibilidad y ajuste”. Yasky completó que “la pregunta no es tanto si va a haber trabajo sino si va a haber derechos laborales. Trabajo va a seguir habiendo, lo que puede no haber más es derechos. La financiarización de la economía generó muchos más despidos que la revolución tecnológica, porque el capital financiero desplazó al capital productivo”.

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