El aspecto de los huevos de cuco son sorprendentemente similares a los huevos de las aves que parasita, aunque normalmente, más grandes. Sin embargo, las múltiples especies que pueden parasitar, que según la investigación del ornitólogo ruso A. D. Numerov, son casi 300, tienen huevos marcadamente distintos. Por ejemplo, los huevos de la bisbita común (Anthus pratensis)  son marrones y con manchas punteadas, mientras que los del colirrojo (género Phoenicurus) son lisos y de color azulado. 

Cada hembra de cuco pone los huevos siempre iguales, rasgo que está genéticamente determinado, por lo que una hembra de cuco solo puede parasitar los nidos de una sola especie hospedadora: aquella cuyos huevos se le parecen.

Este rasgo tan peculiar parecía indicar la existencia de diversas razas de cuco, una por cada especie parasitada; sin embargo, las pruebas genéticas indican que el rasgo del aspecto del huevo solo depende del linaje femenino, mientras que los machos actúan como puente para el flujo genético, manteniendo la cohesión de la especie mediante el entrecruzamiento. Son, por lo tanto, las hembras, y no los machos, las que se especializan en un huésped concreto al que parasitar.

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