Imaginar al ser humano en Marte es un pensamiento cada vez más habitual. Lleva en nuestra imaginación y en el campo de la ciencia ficción durante décadas. Y, ¿qué sería mejor para los futuros astronautas que vivan en este planeta, generadores de energía solar o de energía nuclear? Un equipo de investigación de la Universidad de California, Berkeley (Estados Unidos) examinó los niveles de producción de energía de diferentes tipos de tecnología y descubrió que una expedición humana en la superficie sería más eficiente si estuviera alimentada por energía solar.

En algún momento de las próximas dos décadas, los humanos viajarán a Marte para estancias tan prolongadas que representen la construcción de ciudades marcianas, establecidas con hábitats seguros, laboratorios… habrá mucho que hacer. Se necesitará fabricar medicamentos, combustible, destilar agua, crear comida y muchos otros suministros. Todo ello requerirá también grandes dosis de energía.

 

¿Por qué apostar?

Hasta ahora se pensaba que las unidades de energía nuclear similares a las que impulsan otras naves espaciales serían la mejor opción. Sin embargo, el problema reside en que estas unidades de energía nuclear pesan mucho y los viajes espaciales tienen siempre muy limitada la carga que pueden llevar.

La mayoría de los cohetes actuales solo pueden transportar unas 100 toneladas (sin incluir el combustible) y una planta de energía nuclear que suministre alrededor de un kilovatio de energía pesaría alrededor de 9,5 toneladas, algo del todo inviable a todas luces (de cara a transportarlo a Marte).

“Este documento tiene una visión global de qué tecnologías de energía están disponibles y cómo podríamos implementarlas, cuáles son los mejores casos de uso para ellas y dónde se quedan cortas. Si la humanidad decide colectivamente que queremos ir a Marte, este tipo de enfoque a nivel de sistemas es necesario para lograrlo de manera segura y minimizar el costo de una manera que sea ética. Queremos tener una comparación clara entre las opciones, ya sea que estamos decidiendo qué tecnologías utilizar, a qué lugares ir en Marte, cómo ir y a quién llevar”, expuso Anthony Abel, estudiante graduado en el Departamento de Ingeniería Química y Biomolecular y coautor del estudio.

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